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Aceptar, permitir, dejar ser, es algo clave para reducir el sufrimiento. La instrucción, parafraseando a Rumi, sería: recibe lo que venga a tu puerta sonriendo e invítalo a entrar. Es importante entender qué es la aceptación, cómo llegamos y cómo nos puede ayudar.

Qué es aceptar en mindfulness

Aceptar es reconocer y asumir la realidad tal cual es. La palabra aceptar significa recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o encarga. Con la aceptación cedemos y permitimos que las cosas sean tal cual son sin necesidad de evitarlas, desembarazarnos de ellas o rechazarlas. La aceptación significa sentirnos cómodos siendo las situaciones como son.

Cada vez que nos enfrentamos a una dificultad, ya sea el estrés, el agotamiento, la tristeza, etc. es normal tratar de apartarla, intentar solucionarla, ignorarla o enterrarla bajo un montón de distracciones. Estas formas de afrontar la dificultad no son eficaces. Podemos optar por una manera distinta relacionarnos con ellas, es la aceptación de nosotros, nuestros estados y de aquello que nos preocupa. Significa aceptarlo, acogerlo, aunque no nos guste o nos dé miedo.

La aceptación no significa rendirse ni es sinónimo de cobardía. No confundir con resignación que es una forma pasiva de enfrentar la realidad. En la aceptación no hay resistencia.

La aceptación combinada con la atención plena es una pausa, un momento de permiso, de dejar que las cosas sean como son, de ver con claridad. La aceptación nos libera de la impulsividad. Nos permite tomar plena consciencia de las dificultades, con todos sus matices dolorosos, y responder a ellas de la manera más acertada posible. Nos brinda más tiempo y más espacio para responder.

La aceptación implica responder activamente a las emociones permitiendo o dejando ser antes de precipitarse a tratar de solucionarlas o cambiarlas. Permitir que los sentimientos desagradables existan en la consciencia significa que se registra su presencia antes de decidir de qué manera respondemos a ellos. La aceptación implica encontrarnos con las cosas, incluyendo nuestros sentimientos intensos, tal como son, abandonando todo intento por mostrarles el camino de salida.

La aceptación nos da opciones.

Pasos hacia la aceptación

A la aceptación se llega dos pasos:

  • El primero consiste en percibir con tranquilidad la tentación de alejarse o de suprimir los pensamientos, los sentimientos, las emociones y las sensaciones físicas que nos perturban.
  • El segundo paso implica encontrarse de frente con ellos, recibirlos en la puerta sonriendo. Puede ser una experiencia dura, en ocasiones dolorosas, pero no es ni la mitad de difícil que resignarse a una vida marcada por los pensamientos y los sentimientos desestabilizadores. El secreto consiste en dar pequeños pasos en la dirección de la aceptación.

Efectos de aceptar

Llevar intencionadamente una relación alternativa de aceptar, permitir, deja ser, hacia las experiencias no deseadas presenta efectos en varios frentes:

  • Se logra contrarrestar la tendencia de que nuestra atención sea secuestrada automáticamente por pensamientos o estados de ánimo que pasan por la mente.
  • Se modifica la actitud básica hacia la experiencia, pasando de un no querer a otra de apertura. Esto permite parar las respuestas condicionadas habituales. Romper el nexo inicial de la cadena que lleva a una espiral negativa descendente. Cuando aceptamos nuestros pensamientos sentimientos y emociones y sensaciones corporales negativos, reconociendo, simplemente, su existencia, evitamos que se abran los caminos mentales automáticos de la aversión. Y no entramos en la espiral descendente despojándola de su impulso. Acercamiento frente a la evitación.
  • Nos confiere la oportunidad de observar si los pensamientos son adecuados y reflejan la realidad. Te permite tomar consciencia de la precisión de tus pensamientos. Por ejemplo: “no puedo con esto. Voy a gritar”. Si observas cómo reaccionas a ese pensamiento y percibes activamente como se tensan los músculos de los hombros y el estómago, verás con mayor claridad que era un temor y no un hecho. Has podido con la situación y no has gritado. Era un temor poderoso y apremiante, pero nunca un hecho. Comparar los pensamientos con la realidad supone un potente antídoto contra la negatividad en todas sus formas.

 

Fuentes:
Seagel, Williams y Teasdale (2002) Terapia cognitiva de la depresión basada en la consciencia plena. Desclée
Penman y Williams (2013). Mindfulness. Guía práctica: para encontrar la paz en un mundo frenético. Paidos

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