Al cambiar hacia una orientación hacia el proceso vas a disfrutar de las actividades cotidianas y vas a entrenar tu mente.
Muchas de las actividades que hacemos en nuestro día tenemos una orientación hacia el resultado. Es decir, las realizamos la actividad exclusivamente por el resultado que queremos obtener o por terminarla. Como ducharnos, simplemente por estar limpios, comer por alimentarnos, estudiar para aprobar. (Yo hice la ingeniería así, en vez de estudiar para aprender, lo hacia para aprobar el examen.)
Pero realizar las actividades casi exclusivamente por el resultado tiene varios problemas:
- Tendencia hacia el futuro, el resultado está por venir. Nos saca del presente. Incluso puede generar más ansiedad por el futuro, ya que hay una mayor preocupación por el resultado.
- Se crean más expectativas, luego la realidad sucede como tenga que suceder, se compara las expectativas con lo que ha sucedido en la realidad, suele aparecer rechazo y eso lleva hacia el sufrimiento.
- Disminuye el placer de la experiencia en sí misma. Lo importante es el resultado de esa experiencia, no la experiencia.
Para evitar estos problemas debemos cambiar de una orientación al resultado a una orientación hacia el proceso. No es algo que podamos hacer con todas las actividades, pero vivimos en una sociedad demasiado orientada hacia el resultado.
¿Cómo cambiamos a una orientación hacia el proceso? Realizando las actividades centrados en la propia actividad. Llevando la conciencia a los pequeños detalles de la experiencia. Desarrollando la curiosidad y el interés hacia los detalles de la actividad.
Ejemplo de orientación hacia el resultado vs. el proceso
Con este ejemplo seguro que lo entiendes mejor. Dos niños van desde Segovia a la Warner en coche. Uno de ellos tiene una orientación hacia el resultado, llegar a la Warner, este niño se pasa todo el viaje preguntando a sus padres cuánto queda para llegar, cuánto queda para llegar. El otro niño tiene una orientación hacia el proceso, el viaje, mirando con curiosidad algunas vacas por la sierra, los árboles, las montañas, los otros coches, el paisaje, Madrid desde lejos una vez que atravesado la sierra. Se va fijándose en todos los detalles que puede del camino. Al final ambos niños han llegado a la Warner pero uno ha disfrutado del viaje y el otro no.
Los rituales son ejemplos de orientación hacia el proceso. Hacer algo ordinario como un ritual es algo presente en muchas tradiciones para aumentar la conciencia. Como:
- La lectura sagrada del cristianismo.
- Los baños sagrados en la tradición hindú.
- La ceremonia del té en Japón. En la tradición japonesa hay muchos otros ejemplos.
- En el budismo la meditación en acción.
Orientarse en el proceso no significa que no tengamos objetivos o metas. Los objetivos son necesarios. Es más, estar comprometidos con objetivos nos ayuda a ser más felices. El problema viene de centrarnos sólo en el resultado. La felicidad deriva de trabajar para conseguir los objetivos, no necesariamente de conseguirlos. Lo importante es el camino y no la meta.
Beneficios de una orientación hacia el proceso:
- Nos ayuda a estar más en el presente.
- Nos permite entrenar la atención y practicar mindfulness informal.
- Nos permite disfrutar de la propia actividad. Se está en flujo, actividades altamente satisfactorias hay una clara orientación hacia el proceso.
- Nos libera de la tiranía de los resultados. Hacemos lo mejor que podemos el proceso, lo que está en nuestra mano. Los resultados dependen de un motón de factores que escapan a nuestro control. El campesino sabio. Prepara la tierra con todo el cuidado, siembra las semillas en el momento adecuado del año, riega con el agua justa, quita las malas hierbas. Hace todo lo que está en su mano para conseguir los frutos, en eso va al detalle. Pero hay cosas que no están en su alcance, una helada en mayo, una granizada, una plaga de insectos. De esto no se preocupa porque no dependen de sus acciones. Hace todo lo que está en su mano para tener una buena cosecha orientándose al proceso y no en el resultado
Debemos hacer más actividades orientadas al proceso. Por ejemplo, se pueden fregar los cacharros por terminar cuanto antes y sentarse en el sofá. O se pueden fregar los cacharros con una orientación hacia el proceso. Podemos empezar dándonos cuenta de cómo los utensilios de la cocina, la sartén, la olla los platos, los cubiertos, etc. nos ayudan a alimentarnos. Muy distinto utilizar un tenedor para comer que tener que comer con las manos. Podemos estar agradecidos por tener estos utensilios. Luego podemos fijarnos en los movimientos al fregar. Podemos fijarnos en la temperatura del agua, como de caliente o fría. Podemos darnos cuenta de los colores, fijarnos con mucha curiosidad en cómo son los colores de los platos, de la sartén, de la espuma del lavavajillas. Los sonidos que aparecen a la hora de fregar. Los olores del lavavajillas. Etcétera.
Lleva una orientación hacia proceso a tu día a día
Piensa en alguna actividad que disfrutes simplemente por hacerla sin fijarte en el resultado. ¿Cómo vivías el hecho de no preocuparte por el resultado?
Cambiar de una orientación al resultado a una orientación al proceso, fijándote con curiosidad en los detalles de la actividad, te va ayudar a disfrutar de lo que estás haciendo, a reducir la ansiedad por lo quieres conseguir, vas a estar en el momento presente y vas a entrenar la mente.
Cada día, date cuenta de alguna actividad cotidiana que estás haciendo para acabarla o por el resultado y cambia a una orientación hacia el proceso.
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