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«El secreto del éxito se encuentra en la rutina diaria» John C. Maxwell

Con el año nuevo o en septiembre es normal que hagamos promesas, nos planteamos objetivos y cambios. Como: “este año voy a dejar de fumar”, “voy a adelgazar”, “quiero reducir el estrés del trabajo”, “voy a ser más feliz”.

Quiero que entiendas: porque fallamos tanto con los propósitos que nos marcamos y qué debemos hacer para conseguir estos propósitos.

Según un estudio con 3.000 personas, de Richard Wiseman en la universidad de Bristol, el 88% de los propósitos de año nuevo fracasan.

Así que no te sientas frustrado o culpable si no consigues tus nuevos propósitos, es lo normal.

¿Por qué no lo conseguimos? ¿Por qué fallamos tanto en los objetivos qué nos  planteamos? Hay varios motivos que se suelen ver con frecuencia:

  • No suele haber un plan para cumplirlos. Las metas no están divididas en submetas, éstas en tareas específicas, señalando qué y cuándo. Debemos pensar en comportamientos concretos que nos acerquen a esa meta.
  • En muchas ocasiones las aspiraciones no son realistas.
  • Nos embarcamos en cambios que creemos que tenemos que hacer y no en los que realmente sentimos que queremos hacer. Mejor cambios que realmente queremos hacer.
  • No solemos identificar los obstáculos que nos vamos a encontrar ni estrategias para superarlos. Por ejemplo, si un comportamiento para mi aspiración de meditar a diario es que quiero levantarme más temprano tengo que identificar los momentos difíciles. Como cuando suene el despertador por la mañana y esté muy a gusto en la cama. Decidir de antemano qué voy a hacer. Por ejemplo, cuando suene el despertador no voy a pensar nada, simplemente me voy a levantar e ir al baño. O voy a poner el despertador lejos de la cama para obligarme a levantarme.
  • No nos preparamos para fallar. Y sea lo qué sea lo que queramos conseguir, vamos a  fallar. Cuando fallamos somos muy duros y críticos con nosotros mismos. Nos decimos:  “eres un vago”, “otra vez has vuelto a fallar”, “no eres capaz de conseguir nada”, etc. Y  esto es una gran desmotivación. Mucho más útil prepararnos para fallar y ser comprensivos y compasivos con nosotros mismos.
  • El principal problema es que nos basamos únicamente en la fuerza de voluntad y motivación para conseguir lo que queremos. La fuerza de voluntad falla, por ejemplo por la mañana es más alta que por la noche. La motivación cambia. Al hacer el propósito es alta y cumplimos lo que queremos hacer, luego va disminuyendo según pasan los días y las semanas y dejamos de hacer lo que queríamos. Y nos acabamos culpando por no estar motivados. Pero no es un fallo de nuestro carácter, simplemente así funciona la motivación.

¿Qué podemos hacer para cumplir nuestras metas? Hacer de nuestros propósitos un hábito. Debemos conseguir cambios en nuestro comportamiento diario.

Conseguir los sueños no depende tanto de la genética, la suerte o el mérito. Más bien, de trabajar para conseguirlos con una rutina, repitiendo cada día las acciones que nos llevan a nuestros sueños. Y lo más fácil para realizar esta rutina es que se convierta en un conjunto de hábitos.

Los comportamientos sencillos que se pueden convertir en hábitos pueden ser mucho más útiles que marcarse grandes objetivos. Algo clave es dar pequeños pasos en la dirección adecuada.
Una manera muy eficaz de conseguir cambios en nuestro comportamiento es dar pequeños pasos y disfrutar del logro. Los pequeños pasos es romper la meta final que queremos conseguir en algo sencillo que podamos repetir día a día.

Un ejemplo con una persona que necesita reducir el estrés. Para reducir el estrés le han recomendado meditar todos los días 25 minutos. Empezar directamente por 25 minutos puede ser difícil. Además le parece demasiado tiempo cuando tiene muchas cosas que hacer, luego la motivación es baja. Así que va ser difícil que directamente medite todos los días 25 minutos. En un caso como este, cuando la conducta final a realizar es difícil para la persona, los pequeños pasos pueden ayudar. Puede empezar por algo muy sencillo de realizar: meditar 5 minutos. Todavía no hay mucha motivación pero como es fácil de hacer lo realiza. Además, se siente satisfecha por haber realizado la tarea. Al día siguiente va ser más fácil de hacer, porque ya sabe cómo y lo ha logrado. Tras varios días meditando 5 minutos quizá se dé cuenta que después de esos 5 minutos se siente más calmada y que le ayuda a reducir el estrés. Así que aumenta la motivación. Y medita 10 minutos. Empieza a meditar 10 minutos al día. Se siente mejor al meditar más tiempo. Además, siente que está cumpliendo con la tarea, se siente exitosa. Esto es fundamental. Lo que aumenta la motivación. Haciendo que la persona después de un tiempo así pase a los 15 minutos. De esta forma, con pequeños pasos, la persona consigue crear el hábito de meditar todos los días 25 minutos.

Cuando conseguimos completar las tareas nuestra motivación aumenta, las conductas se vuelven más fáciles de realizar, lo que nos permite ir afrontando cosas cada vez más difíciles. Y así llegar a establecer rutinas que un principio hubiéramos fallado.

La mayoría de la gente falla al ponerse objetivos muy grandes que esperan conseguir exclusivamente con fuerza de voluntad y motivación. Lo más importante es empezar con pequeños comportamientos sencillos que se puedan convertir en hábitos. Lo importante es dar pequeños pasos en la dirección adecuada.

En realidad, lo que determina lo que conseguimos no son las grandes decisiones, sino las menores y los actos cotidianos. «El secreto del éxito se encuentra en la rutina diaria»

 


 

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