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“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”

Buda

Cuando normalmente hablamos de dolor estamos incluyendo dos cosas: una sensación física desagradable (dolor) más un conjunto de pensamientos, emociones y sentimientos que añadimos como reacción a esa sensación corporal (sufrimiento). “El sufrimiento es el impacto del dolor en la consciencia.” Chirtophe André.

El dolor lo podemos trabajar a dos niveles con mindfulness:

  • Investigar las sensaciones físicas desagradables y las tensiones corporales (dolor).
  • Gestionar las reacciones emocionales al dolor y la tensión (sufrimiento).

Sensaciones físicas

Con el dolor es útil centrar la atención en el cuerpo y en las sensaciones físicas que estén presentes. Parece contradictorio porque nuestra tendencia es a huir de lo desagradable. Pero si ignoramos el modo en el que se está creando el dolor y la tensión lo podríamos estar creándolo.

Además, en nuestra cultura se trata de ocultar el dolor físico y emocional. En muchas ocasiones cuando un niño se da un golpe y llora por ello, cosa que es normal puesto que le duele, enseguida hay personas que le intentan hacer reír con carantoñas o bromas, o le dan un caramelo para que se le pase. Repitiendo a menudo este comportamiento se enseña al niño a que llorar no está bien y que hay que ocultar el dolor. Es un ejemplo de cómo nuestra cultura niega la existencia del dolor. Así que es normal que cuando nos duele algo tratemos de taparlo.

Cuando hay algún punto de dolor tendemos a tensionar y contraer la zona que le rodea, generando por estas tensiones innecesarias más dolor. Al aparecer nuevos puntos de dolor creamos más zonas tensas y contraídas. Entrando en un proceso de aumento del dolor. Esto lo podemos ver en la espalda o el cuello, un punto de dolor acaba con toda la espalda dolorida.

Al ir observando, vamos aprendiendo a diferenciar las sensaciones físicas. Y podremos darnos cuenta de las zonas del cuerpo que están tensionadas y contraídas de manera innecesaria. Pudiendo soltarlas, relajarlas, y así disminuir el dolor, dejando sólo el que es inexorable.

Durante la meditación vamos entrenando esta observación inafectada de las sensaciones desagradables. Se investiga la sensación preguntándonos: ¿cómo es la sensación? ¿Dónde está exactamente localizada? ¿Qué intensidad tiene? ¿Varía con el tiempo? También podemos “respirar con esa zona dolorida” imaginando que llevamos el aire de la inhalación a esa parte y viendo cómo cambia la sensación al exhalar.

Donde hay resistencia hay sufrimiento (es una máxima de la vida). Permanecer con el dolor, observarlo, permitirlo y dejarlo ser va a reducir el sufrimiento.

Reacciones emociones

El dolor físico nos puede llevar a sentirnos enfadados, tristes, ansiosos o desesperados. Igual que con el dolor, la resistencia a las reacciones emociones negativas va a incrementar todavía más el sufrimiento. Lo podemos disminuir si lo dejamos estar y lo aceptamos. Como dice Ramiro Calle: “cuánto sufrimos por no querer sufrir”.

Aceptar es la clave. Es relacionarse con el dolor y con las reacciones emocionales de otra manera diferente, sin intentar eliminarlas, permitiendo que estén, acercándose con un interés genuino. Hay que tener cuidado de no caer en intentar resolver las cosas, aunque sea de una manera sutil. Mejor abrirse a como son las dificultades en este momento, evitando así reaccionar según los patrones habituales.

Debido al dolor tendemos a anticipar como vamos a estar después. Apareciendo pensamientos del tipo: “esto no lo voy a aguantar” “toda la noche así va ser un suplicio”. Al salir del presente y anticipar provocamos que aumente el sufrimiento. Es más útil un pensamiento del tipo: “voy a ver si puedo permanecer en este instante con el dolor. Y si en el siguiente instante vuelve a presentarse el dolor lo afrontaré de la misma forma”.

El dolor físico es una realidad, el sufrimiento es opcional. Comprender la disparidad entre las sensaciones físicas y nuestras reacciones emocionales nos permite ver más fácilmente las diferencias entre el dolor y el sufrimiento. Si no podemos modificar el dolor. Sí la manera en la que nos relacionamos con él. Podemos cambiar nuestra respuesta emocional.


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Fuentes:

Stahl y Goldstein (2010). Mindfulness para reducir el estrés. Kairós.

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