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¿Quién es la persona más importante?

Es la persona con la que estamos en este momento. Estos 8 factores nos ayudan a mejorar la conexión con quien más importa.

1. Mindfulness

Cuando nos relacionamos con alguien, ser conscientes y aceptar lo que está sucediendo es de mucha utilidad.

Reconocer nuestros sentimientos y los de la otra persona nos ayuda a conectar.

La comunicación es un proceso de conexión, tanto verbal como no verbal.

Si nos sentimos amenazados, en nuestro cuerpo y cerebro comienza la respuesta del estrés (nos preparamos para luchar o huir). Esto sucede con un simple juicio o crítica que recibamos. La reacción por nuestra parte será dejar de escuchar, no expresaremos nuestras necesidades ni sentimientos, e incluso, juzgaremos, criticaremos o culparemos a la otra persona. Por lo que ella también se sentirá amenazada (comienza el estrés), reaccionando de la misma manera.

Así nos metemos en una espiral ascendente de tensión, crítica y culpa. Como el “y tú más”, tan presente en la televisión y redes sociales.

Mindfulness nos ayuda a evitar esta espiral de contraataques. Si somos conscientes de cómo nos sentimos, de lo que está pasando en nosotros durante la comunicación y lo aceptamos, podemos evitar reaccionar cuando nos sintamos amenazados. De esta manera podremos responder como queramos, en vez de reaccionar juzgando o culpando al otro.

Por ejemplo, ante una crítica de la pareja: “siempre llegamos tarde por tu culpa”. Podemos reconocer esto de manera imparcial como una crítica, sin entrar en el contenido de lo que nos ha dicho. Esto ayuda a parar nuestra reacción.

O quizá algo más tarde, podamos notar el enfado, la tensión en alguna zona del cuerpo y al ser conscientes de este enfado y de las sensaciones físicas evitaremos reaccionar contraatacando y responderemos de una manera asertiva.

Para que la otra persona no se sienta amenazada por nosotros es clave:

  • No juzgar.
  • Escuchar con atención y empatía.

Mindfulness nos permite permanecer presentes, con paciencia, empatía y ecuanimidad ante los sentimientos de los demás.

 

2. Apertura

Contemplar la relación y la persona como algo nuevo, como si fuera la primera vez. Muchas veces nuestras relaciones con las personas están basadas en situaciones anteriores con las mismas.

Ejemplo: Me encuentro con mi primo, con el que discutí la semana pasada, es probable que comience esta nueva interacción desde el rencor o desde el miedo a que se vuelva a enfadar. He de entender que eso ya pasó y relacionarme con él desde cero.

Hemos de intentar relacionarnos como si fuera la primera vez, deshacernos de juicios, prejuicios e ideas basadas en anteriores experiencias para contemplar la relación y a la persona como algo nuevo.

 

3. Poner límites

Los límites son necesarios, nos dan bienestar.

Muchas veces acatamos lo que nos dicen sin pararnos a pensar hasta dónde queremos llegar.

Conocer los límites del otro nos permite saber hasta dónde podemos llegar.

Establecer límites a los demás les permite saber a qué atenerse.

Los límites nos permiten saber a todos por dónde nos podemos mover sin molestar.

 

4. Empatía

Una de las habilidades más efectivas que tenemos para conectar con otra persona es la empatía pues nos ayuda a entender mejor la perspectiva del otro.

Los científicos identifican dos tipos de empatía:

  • Empatía afectiva: sensaciones y sentimientos que tenemos como respuesta a las emociones del otro. Sentir
  • Empatía cognitiva: habilidad de identificar y entender los sentimientos de los demás, tomar su perspectiva y ver el mundo desde sus ojos. Entender.

Si la otra persona muestra sentimientos negativos, esfuérzate por validarlos, en lugar de cuestionarlos o justificarlos.

Por ejemplo: si expresa frustración, intenta validar el sentimiento, en vez de valorar si ese sentimiento está justificado o si tú te sentirías de la misma manera si estuvieses en su lugar.

Puedes responder, «Puedo notar que te sientes frustrado» ó «Entiendo que te sientas frustrado ante esa situación».

Para ir mejorando en empatía es útil que primero seamos conscientes de nuestros sentimientos para luego ser capaces de comprender y sentir lo que siente el otro, ponernos en su piel.

No olvidemos que todos queremos ser aceptados, amados y sentirnos seguros.

 

5. Amabilidad

Darnos cuenta de cómo tratamos al otro, no tanto de qué palabras decimos sino de cómo las decimos. Ejemplo: «Eres bobo, no me extraña que te sientas así» es muy diferente a decir: «Entiendo que te sientas así».

Muchas veces no nos acordamos de lo que la otra persona nos dijo pero sí de cómo nos hizo sentir.

Ser amable con el otro facilita una mejor conexión.

«Los que necesitan amor no son los perfectos sino los imperfectos» Oscar Wilde

Desear el bien del otro es de las mejores maneras de conectar con los demás.

 

6. Compasión

Ser testigos del sufrimiento de otro ser y querer aliviarlo.

Por ejemplo, ante la ira de otra persona, en vez de sentirme atacado, reconocer que es un momento de sufrimiento para el otro y querer ayudarle.

Cuando veo que los demás también sufren, puedo perdonar desde la compasión.

Darnos cuenta del sufrimiento de las otras personas, de las cosas que arrastran a lo largo de su vida (desengaños, fracasos, pérdidas…) que pueden haber dejado heridas muy profundas, nos ayuda a comprender lo mal que lo está pasando.

La compasión no es pena ni lástima. Yo soy igual que tú, también sufro. Tratar a los demás como me gustaría que me tratasen a mí cuando lo estoy pasando mal, cuando estoy sufriendo y querer remediarlo.

 

7. Alegría por el bien ajeno

Disfrutar de la alegría y felicidad de los demás. Valorar y alegrarnos por lo bueno que tienen, tanto material como no material, es una gran manera de conectar. Es lo contrario a los celos, el resentimiento y la envidia.

Ejemplo: alegrarme por el ascenso de mi compañero. Lleva muchos años en la empresa y es muy trabajador, además su mujer está en el paro, y es padre de tres niños.

 

8. Ecuanimidad

Ánimo estable. Cualidad de sabiduría, serenidad y estabilidad mental que entiende la naturaleza del cambio.

La persona ecuánime ve que todo surge y se desvanece, por lo que no hay apego ni aversión, rechazo u odio.

Tanto lo bueno como lo malo, pasa.

Esto nos permite vivir las cosas de mejor manera.

La ecuanimidad nos aporta el equilibrio y sosiego necesarios para entender la profunda interrelación que existe entre las cosas y las personas.

Ejemplo: Mi compañero hoy está muy enfadado. Si no me lo tomo como algo personal (al estar enfadado es desagradable con todos los de la oficina) y además tengo presente que ese enfado cesará en algún momento, me ayudará a mantener mi ánimo estable y no dejarme arrastrar por su enfado.

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