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Normalmente la motivación precede a la acción. Sin embargo, cuando el estado de ánimo es bajo debemos actuar sin esperar a la motivación. Si estamos angustiados, estresados, infelices o cansados los pensamientos y sentimientos que aparecen bloquean la motivación. Como cuando hemos quedado con los amigos y estamos a punto de no ir porque estamos cansados y pensamos: “que pereza, no me lo voy a pasar bien, estoy cansado” y luego nos divertimos descubriendo que le pensamiento no era cierto. Cuando el estado de ánimo es bajo, la motivación sigue a la acción y no al revés. Cuando pones la acción por delante, a continuación aparece la motivación.

Acciones para cambiar el ánimo

En momentos de estrés podemos focalizarnos en la respiración y luego hacer alguna actividad que nos parezca adecuada, que mejore nuestra vida activamente. Nos pueden ayudar responder a estas preguntas:

  • ¿Qué necesito ahora mismo?
  • ¿Cuál es la mejor manera de cuidarme en este momento?

Tres opciones nos pueden ayudar:

  • Hacer algo agradable
  • Hacer algo que nos aporte satisfacción o sensación de control y logro.
  • Hacer algo con consciencia plena.

Debemos realizar la acción aunque no nos apetezca. Puede ser útil verlo como un experimento. Sin esperar milagros inmediatos.

Algunos ejemplos de acciones agradables: un baño de agua caliente, disfrutar de nuestra comida favorita sin culpa, una siesta, un paseo, quedar con algún amigo, deporte, cocinar, una película, leer algo entretenido, escuchar música…Es interesante tener presente que actividades nos resultan agradables para utilizarlas en los momentos que tenemos el ánimo bajo.

Algunas actividades que nos aporten sensación de control o logro: ordenar algún cajón o armario, limpiar una habitación, hacer algo que hayamos pospuesto, hacer algo de ejercicio, escribir un mail. Se puede dividir la actividad en partes más pequeñas para afrontarlas una a una. Es importante que nos felicitemos después de llevar a cabo una acción o una parte, saboreando la sensación de satisfacción, logro y control.

Podemos hacer cualquier actividad con consciencia plena. Por ejemplo: comer en silencio con la televisión apagada saboreando los alimentos, dándonos cuenta de los olores, texturas y distintos sabores de los alimentos. Fregar los platos por fregar los platos, sin prisas por terminar, sintiendo la temperatura agua, escuchando los sonidos, aclarando los platos. Conducir sintiendo los pedales y las manos en el volante o la palanca de cambio, lo que vemos con toda nuestra atención. Caminar sintiendo cada paso y cómo las sensaciones de presión en los pies cambian. Podemos aprovechar los semáforos en rojo, tanto conduciendo como caminando para ser conscientes de nuestra postura y respiración.


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Fuentes:
Penman y Williams (2013). Mindfulness. Guía práctica: para encontrar la paz en un mundo frenético. Paidos

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