“Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”
Ramón y CajalLa mente puede modificar al cerebro para nuestro propio beneficio. Mente y cerebro están unidos. El cerebro cambia constantemente, neuroplasticidad. Lo que entrenamos se vuelve más fuerte y lo que no usamos se deteriora. La práctica de mindfulness produce importantes y beneficiosos cambios en el cerebro. Son muchos los estudios que lo muestran , veamos algunos.
Mayor actividad en lado izquierdo del cortex prefrontal está relacionado con felicidad, optimismo, disfrute, vitalidad, en general sentimientos positivos. Mayor actividad en el cortex prefrontal derecho está relacionado con sentimientos de depresión, ansiedad, preocupación, angustia, en general negativos. La relación entre los lados es lo que miden en el laboratorio. Por ejemplo, personas con estrés postraumático o depresiones severas se ve mayor actividad en el ratio derecha a izquierda.
En el laboratorio, un monje tibetano obtuvo el mayor ratio izquierda derecha de los 175 sujetos medidos, y este ratio crecía cuando estaba meditando sobre la compasión. Para comprobar que es la meditación la causa de este efecto se estudió (Davidson, Kabat-Zinn et al., 2003) a 25 empleados de una empresa de biotecnología que nunca había meditado y se comparó con un grupo de control. Se observaron incrementos significantes en el ratio izquierda derecha en el seguimiento durante 4 meses. Quien presentaban mayor ratio izquierda derecha se recuperaban más rápido de un suceso estresante.
El punto de ajuste de la felicidad es el nivel que tenemos de manera general en nuestro nivel de felicidad. Tras ganar la lotería hay un tiempo, unos meses, que estamos más felices, pasado este tiempo volvemos a nuestro nivel inicial de felicidad, lo mismo sucede con eventos negativos como tras un accidente grave, tras un año de una gran bajada en el nivel de felicidad, vuelven a su nivel previo de felicidad antes del accidente. Aunque cambiemos nuestras circunstancias exteriores no cambiará nuestros niveles de felicidad, cambiando nuestro interior, a través del entrenamiento mental, se puede. Richard Davidson: «La felicidad se puede entrenar porque cada estructura de nuestro cerebro puede ser modificada”.
Hay una investigación muy interesante de Sara Lazar (2005), de la universidad de Harvard. Se observó diferencias medibles entre las personas que meditaban habitualmente y las que no. Mediante el uso de resonancias magnética nuclear se vio que los meditadores tienen algunas áreas del cerebro más desarrolladas, concretamente la ínsula y las áreas 9 y 10 de Broadman de la corteza prefrontal. Estas zonas están relacionadas con:
- la atención,
- la concentración,
- la inteligencia emocional
- y la compasión.
Estas zonas tenían más materia gris en los meditadores. Lo llamó engrosamiento cortical. Este engrosamiento tiene que ver con la meditación. Estas diferencias eran mayores en los participantes de mayor edad, lo que sugiere, que la meditación podría modificar la pérdida de espesor del tejido cerebral.
En un segundo estudio de Sara Lazar, descubrieron que la práctica de mindfulness disminuía el tamaño de la amígdala, región implicada en el procesamiento del miedo y la respuesta de estrés.
Un estudio de Brefczynski-Lewis et al. (2007) en el que analiza la respuesta de la amígdala ante sonidos con carga emocional. La amígdala está relacionada con el procesamiento del miedo y la agresividad. En los meditadores avanzados la activación de la amígdala era menor. Lo que sugiere que la práctica de mindfulness está asociada a una reducción significativa de la conducta emocionalmente reactiva.
Según Daniel Siegel (2007) la práctica de mindfulness utiliza los circuitos cerebrales sociales. Los circuitos utilizados para observar los sentimientos, las intenciones y las actitudes de los demás. Y esto hace que estemos más conectados, lo que aumenta nuestro bienestar físico, psicológico y mental.
La investigación de Lutz (et al., 2008) descubrió un efecto significativo de la meditación en las regiones del cerebro implicadas en la empatía. Ante sonidos de angustia y sufrimiento de otras personas, los meditadores expertos mostraban una mayor respuesta en los circuitos cerebrales de la empatía que los meditadores noveles. Y en ambos era mayor la respuesta cerebral de la empatía cuando estaban meditando.
En un estudio de Britta Hölzel. Se estudió el cerebro de 16 participantes en MBSR (mindfulness bases stress reduction) antes y después de participar en el programa de mindfulness, meditaron durante 8 semanas media hora al día. Se observó cambios en el cerebro, la materia gris fue más gruesa en ciertas regiones después de la meditación:
- El hipocampo, relacionado con el aprendizaje, la memoria y la regulación de nuestras emociones. En personas que sufren estrés postraumático y depresiones severas se reduce la materia gris de esta región.
- En la unión paritotemporal y la corteza cingulada posterior, regiones involucradas en la empatía y ponerse en el punto de vista de otra persona.
- En el cerebelo, está relacionado con la regulación emocional.
Dice Daniel Siegel que el modo en que prestamos atención afecta a la plasticidad neuronal, modificar nuestras conexiones neuronales en función de la experiencia. “La mente utiliza el cerebro para crearse a sí misma”.
Podemos cambiar nuestro cerebro. Los hábitos son caminos neuronales bien marcados en nuestro cerebro. Es como cuando llueve en la montaña, el agua baja siempre por el mismo lugar. Con la meditación podemos hacer que el agua fluya por otros sitios. Hacer que el agua se desvíe y baje por otros surcos. Y cada vez que el agua baja por el nuevo surco lo va erosionando más y más haciendo cada vez más fácil que el agua vaya por ahí. Cada vez que hacemos las cosas con más compasión, más presencia, más paciencia, en vez de ir el agua por el antiguo arroyo del hábito va por el nuevo surco de la elección, y cada vez que lo hacemos lo erosionamos más y más hasta que lo convertimos en un hábito beneficioso.
Meditando habitualmente y prestando atención de un modo diferente tiene tal impacto que incluso cambia las estructuras de nuestro cerebro.
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