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La compasión es el sentimiento que surge cuando somos testigos del sufrimiento de otra persona y queremos ayudar a aliviar ese sufrimiento. Por ejemplo, cuando vemos la cara de un bebé llorando.

Los investigadores sugieren que las imágenes, experiencias, o estar presente, cuando otras personas están sufriendo, especialmente cuando son vulnerables, es lo que provoca la compasión.

La compasión es diferente de la empatía que es sentir o entender los sentimientos de otros pero no necesariamente sentirse movido a ayudar. También es distinto de la pena, en la pena sentimos que alguien es inferior a nosotros, en la compasión no hay en sentimiento de superioridad o inferioridad. Mientras el altruismo es promovido por la compasión, uno puede sentir compasión sin actuar sobre ello, y no siempre el altruismo está motivado por la compasión. El altruismo es cuando actuamos para promover el bienestar de los demás, incluso con riesgo o coste para nosotros.

Muchas de las grandes tradiciones éticas y espirituales creen que la compasión es uno los caminos a la felicidad humana y la buena vida. Algunas citas: Mateo 7:12 «en todo trata a las personas de la misma manera que te gustaría que te tratasen a ti, porque esta es la ley», Dhammapada «Ponerse en el lugar de los otros, uno no debería matar ni causar la muerte de otro» o «El odio nunca cesa a través del odio, sólo cesa a través del amor. Esta es una ley eterna». Un sermón de Mahoma «No dañes a nadie para que nadie te haga daño a ti». Lao Tzu «El que es amable con el amable, es también amable con el cruel».

Por qué hemos desarrollado la compasión

Puede estar en nuestra evolución. Darwin dijo: «se ha incrementado por la selección natural; por aquellas comunidades, las cuales incluían mayor número de miembros compasivos, han prosperado mejor, y han criado un mayor número de descendientes».

Es algo que nos define como especie. Cuando empezamos a caminar erguidos nuestras pelvis se hicieron más estrechas y nuestro canal por el que nacemos también. Cuando desarrollamos el lenguaje y otras facultades nuestros lóbulos frontales y nuestras cabezas crecieron. Sabemos que nacemos prematuros en relación a como de dependientes somos si nos comparamos con otras especies de primates que son capaces de moverse por el espacio y alimentarse por ellos mismos mucho antes que nosotros, nuestras crías pueden tardar 7 o 20 años independizarse. O se cuidaba de la descendencia o morían.

Bases biológicas de la compasión

Cuando sentimos compasión por otros disminuye nuestro ritmo cardíaco por debajo del nivel base que nos prepara para aproximar y calmar, lo contrarío que cuando nos sentimos amenazados, huida o lucha, que nuestro ritmo cardíaco se acelera.

En el laboratorio han medido como al poner diapositivas de personas vulnerables sufriendo (al intentar provocar compasión) se activa el nervio vago. Este nervio está asociado con la afiliación, conexión con otros y con la habilidad de regular nuestros estados emocionales. Con imágenes que intentaban inducir orgullo no se activaba el sistema del nervio vago.

Sobre la oxitocina, investigaciones relacionan esta hormona con uniones comprometidas y duraderas, también con la sensación de calidez y conexión que sentimos hacia nuestros hijos o los seres queridos. En experimentos de Dacher Keltner se muestra que cuando las personas llevan a cabo comportamientos asociados con la compasión, cálidas sonrisas, gestos amistosos con la mano, asentir con la cabeza, sus cuerpos producen más oxitocina. Ser compasivo causa una reacción química en nuestro cuerpo que nos motiva a ser todavía más compasivos.

Un estudio de Jack Nitschke muestra que cuando las madres miran imágenes de sus hijos no sólo reportan sentimientos más amorosos que cuando miran las imágenes de otros niños. También mostraron una actividad única en la región del cerebro asociado con las emociones positivas. Sugiere que esa región del cerebro está sintonizada con los primeros objetos de nuestra compasión, nuestra descendencia.

En otros estudios Joshua Greene y Jonathan Cohen encuentran que cuando los sujetos contemplan cómo se hace daño a otros, se activan en el cerebro regiones similares a la del experimento de Jack Nitschke. Nuestros hijos y las víctimas de violencia provocan respuestas neurológicas similares. Esto muestra que la compasión no es una emoción irracional, es una respuesta humana innata introducida en los pliegues de nuestro cerebro.

Fuente:
http://greatergood.berkeley.edu/

 

 

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