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No siempre podemos estar como nos gustaría, lo que sí podemos es estar en paz aunque estemos con el ánimo bajo o estresados.

Al igual que la medicina y la farmacología existen porque no siempre estamos sanos, las psicoterapias, enseñanzas religiosas y la meditación existen porque no siempre nos sentimos felices, por más ideales que sean las condiciones físicas y sociales en las que vivimos.

Entendiendo sufrimiento o insatisfacción como la ausencia de un contento más permanente. No es sólo patologías psicológicas, son cosas que nos pasan a diario, como: el estrés, la angustia o el desequilibrio emocional, el malestar psicológico, la inquietud, la resistencia, el resentimiento, la ansiedad, etc.

Ejemplos habituales de sufrimiento. Por la noche al no dormir: “Son las dos y no me he dormido y mañana tengo una reunión importante y voy a estar atontado. Tengo que dormirme ya.” Estás en casa leyendo tranquilamente y el vecino pone la música más alta de lo normal y de ser algo desagradable pasa a: “esto no lo soporto más. ¡Pero qué se cree! Lo hace para molestarme. ¡Qué desgraciado!” Tu jefe te pide que te quedes media hora más tarde para tener una reunión cuando estabas a punto de salir y además de la molestia de salir más tarde empiezas a preocuparte: “Seguro que me pide rehacer el informe de ayer ¡joder! si está muy bien, pues no pienso cambiarlo” o “me va a pedir aumentar las ventas, pues que lo intente él, yo no puedo más” o “ha tenido todo el día para la reunión y tiene que ser ahora que me iba, lo hace para tocarme las narices, ¡qué mala leche tiene!

Quizá lo primero sería saber en qué consiste la insatisfacción o el sufrimiento y cuáles son los síntomas. Lo segundo a investigar es las causas de los estos síntomas. Lo tercero sería el pronóstico y la posibilidad de eliminar o reducir el sufrimiento o insatisfacción. Lo cuarto, sería cómo nos curamos, qué pasos hay que dar. En muchas tradiciones se habla de tres elementos para superar el malestar psicológico y espiritual: una conducta ética y moral; el entrenamiento mental, centrar la mente (recogimiento mental) o meditación; y por último la sabiduría o comprensión de la realidad. Difícilmente en ausencia de estos tres elementos tendremos paz y tranquilidad.

Por ser humanos y tener un cuerpo y una mente vamos a padecer dolor físico y emocional. “El cerebro está diseñado para sobrevivir, no para hacernos felices”. La vida causa dolor. Luego está el sufrimiento, es lo que la mente añade o superpone a la experiencia negativa, la reacción ante el dolor. Este sufrimiento es el problema. Agregamos de manera innecesaria a la experiencia la inquietud, resistencia, el resentimiento, la ansiedad, etc.

Experimentar dolor es como ser alcanzado por una flecha y que la resistencia y reacción a ese dolor es ser alcanzado por una segunda flecha, el sufrimiento. Como contaba Buda en la parábola de la flecha.

Una forma frecuente e ineficaz de enfrentarnos al dolor, consiste en tratar de escapar de él, evitarlo, y meternos en algo placentero. Lo que nos lleva a una búsqueda sin fin de placeres externos.

“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” Incluso en las experiencias dolorosas, como un dolor de cabeza o una gran pérdida, nuestro corazón y nuestra mente pueden estar con ella, completamente en paz. Se puede vivir esa situación, sin resistencias ni resentimiento, como algo adecuado. De esta forma, no hay sufrimiento ni insatisfacción. Este es el elemento clave de este entrenamiento. Se puede tener la mente en paz aunque estemos enfadados o tristes.

Podemos ver la meditación como el desarrollo de capacidades innatas, como la capacidad de concentrar la atención y la capacidad de investigar la naturaleza de la experiencia.

Con mindfulness, poco a poco, vamos aprendiendo a estar en el momento presente. Cuanto más aprendemos a estar en el momento presente, más capaces somos de escapar de las distracciones, compulsiones, creaciones de la mente de escenarios futuros, retrospecciones del pasado y pensamientos distractivos. La capacidad de concentrarse en meditación tiene mucho que ver con aprender a pensar cuando queremos pensar y de dejar de pensar cuando no queremos.

La investigación de la naturaleza de la experiencia facilita la comprensión de la mente: los hábitos de reacción; la huida de lo doloroso; la búsqueda de lo placentero y el aburrimiento, inquietud con lo neutro.

Por ejemplo, durante la meditación, es normal que tras estar sentados con las piernas cruzadas durante media hora aparezca algún dolor, como en la rodilla. La sensación desagradable que aparece es el dolor. Si nosotros empezamos a pensar: “estoy tratando de estar atento a la respiración y este dolor no me deja. ¡Quiero que desaparezca!” o “¿No me estaré rompiendo el menisco? ¿Tendrán que operarme?” Esto es la reacción mental que sobreponemos al dolor, el sufrimiento. Con el sufrimiento el cuerpo se tensa, incrementándose el dolor físico y los pensamientos ansiosos en torno al dolor.

Si nos damos cuenta que en torno a la sensación física desagradable estamos añadiendo un proceso negativo de sufrimiento adicional podemos empezar a trabajarlo. Primero podemos no creernos ciegamente nuestros pensamientos. Reconocer que es un pensamiento y que muy probablemente no necesitemos operarnos, se trata de una simple sensación desagradable. Es un malestar que acaba de aparecer, y por el momento no supone un riesgo inminente para mi salud. Así podemos relajar y soltar nuestra actitud.

Al reaccionar al dolor en la rodilla y creernos esas ideas el cuerpo se tensa, aumentado el dolor. Al relajar nuestra actitud frente al dolor y relajar el cuerpo dos son los efectos: El primero, disminuye el grado subjetivo del dolor. Por ejemplo si el dolor es de 6 sobre 10, la relajación lo reduce a 4 sobre 10. Y el segundo, si relajamos nuestra actitud al respecto, podremos reconocer que no hay ningún problema. Aunque el dolor esté presente, podemos estar tranquilos y en paz.

Podemos experimentar dolor físico y estar en paz con él. Y esto que podemos aprender durante la meditación lo podemos generalizar e incluir el dolor emocional. Podemos estar completamente serenos con el dolor emocional. Estar con las experiencias desagradables, reconocerlas y dejarlas ser. Así vivir de un modo más armónico. No podemos estar siempre alegres. Lo que sí podemos es estar en paz con nosotros mismos aunque estemos tristes o enfadados.

Basado en la presentación de Ajahn Amaro en los diálogos de Mind and Life Institute XIII en 2005.
Jon Kabat-Zinn y Richard J. Davidson. El poder curativo de la meditación. Diálogos científicos con el Dalái Lama. Kairós.

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